Una joven de mirada carmesí estaba en una de las habitaciones de la Okiya se encontraba practicando sus habilidades con los abanicos, ya que era el área en donde mas deseaba mejorar, mientras que practicaba en silencio, sin que nadie se percatara de su presencia, algo la hace salir de su concentración, el cantar de un ruiseñor que en una de las ramas del árbol de cerezos que en las afueras estaba, cantaba con su hermosa trinar, por lo cual la joven cerro sus ojos y se dejo guiar en cada movimiento por aquel cantar de aquella avecilla, los movimientos delicados y continuos eran los que hacia aquella joven, la puerta en donde practicando estaba abierta de par en par, se encontraba no le importaba si la veían practicar en aquellos momentos, al menos ya se había olvidado de la vergüenza que antes había sentido, por lo cual danzaba con majestuosidad y delicadeza, pero algo fallo, piso con su pierna derecha parte de su kimono, por lo cual termino de estomago en el suelo, y dejando caer los abanicos los cuales lejos quedaron, la joven se quedo allí tirada en tierra, con la mirada triste al siempre fallar con los abanicos