Nombre: Kaede
Apellido: Kishö
Edad: 24
Género:Femenino
Se desempeña como:Geisha
Apariencia:
Altura: 1.68
Peso: 55 kg
Color de ojos: Negro
Cabello: Castaño chocolate, liso y con curvas en las puntas.
Personalidad: Muy observadora y reflexiva. Tiene gran pericia a la hora de leer los comportamientos y expresiones faciales de las personas, sabiendo con exactitud que piensan o que sienten; rara vez se equivoca.
Es coqueta y burlesca por naturaleza, no perderá ni una sola oportunidad para encontrar el lado cómico a cualquier situacion seria.
No se siente cohibida con la presencia masculina, lo que hace que pueda desenvolverse libremente, mostrándose tal y cual es, ganandose el amor de unos y la desaprovación de otros. Pero a pesar de su personalidad descarada y extrovertida, sabe ser educada y respetuosa con las personas amadas y admiradas por ella, de las cuales cuida y atesora muchísimo. Es fácil ganar su sonrisa y aprovación, sin embargo, si se le decepciona, le costará mucho volver a encarar a la persona en cuestión, volviendo a la desconfianza y al rencor los únicos defectos de su personalidad a pesar de que luche por evitarlos.
Puede ser impulsiva. No puede soportar ver a alguien que necesita ayuda, aunque esa persona no la pida, ella irá de todas formas. Ama la libertad y posee un noble sentido de justicia, a lo que se le suma su siempre presente reflexión, lo que le hace ser muy buena escuchando y dando consejos a los demás.
Bajo todo ese maquillaje, kimono y postura, Kaede es una mujer frágil, cariñosa y amable, con un gran instinto maternal, que siempre sabrá proteger y encaminar a los mas débiles.
Historia: Ha vivido sola desde que tiene memoria, rumores hablan de que ella fue el resultado de una relación ilícita entre una mujer de alta estirpe japonesa y un extranjero pero jamás podrá esclarecerse. Vagaba por las calles de Tokio bajo una regla: Solo el fuerte sobrevive.
Asi, vivió su niñez, siendo carterista solo para poder comer, sin esperanza alguna mas que la muerte. A los 8 años, se encontró con un gran comerciante de especias llamado Takeshi Gohou, cuando intentaba robar su dinero, y el hombre, viendo pobreza y mala suerte en vez de maldad en la niña; decidió llevarsela con él. La mantuvo un tiempo en su casa, queriéndola y mimándola; viendo en su figura a una hija fallecida. El negocio poco a poco decayó y pronto, los problemas económicos asotaron a la familia Gohou. Sin mas reparos, la esposa de un empobrecido Takeshi vendió a Kaede a una Okiya de Tokio por un precio módico, ya que ellos no podían garantizarle nada estas alturas. La pequeña, que en ese momento no logró comprender el porque la abandonaban de nuevo, se sintió traicionada y vivió con ese veneno en su corazón por años, sin percatarse de las otras habitantes en la Okiya. Nunca sonreía y hacía todo de mala gana.
Un dia una, su okaa-san le impuso el entrenamiento de geisha, viendo que tal vez, la pequeña ladrona podía tener potencial. Solo en ese momento, Kaede descubrió a las geishas y su encanto, dejando ir toda la ira y la pena que tenía dentro. Entrenó arduamente, cantando, bailando; descubriendo incluso que poseía dotes artísticos. Dibujó muchas veces a su okaa-san y a las geishas, obsecionándose con la imagen del ikki. Estaba construyendo lo único sólido que tendría en su vida y era plenamente conciente de ello.
Su etapa de maiko fue tormentosa, en la primera presentación que tuvo en el hanamachi; mientras hacía la danza de los abanicos no tardó en aparecer el primer hombre que ha amado de verdad en su vida. Siendo aquel sentimiento recíproco e intenso, él no tardó en poner todo su dinero en la mesa con tal de ser su danna y patrocinar el mizuage, ilusionado con poder desposarla. Sin embargo, su amor joven no resistió las exigencias de ser geisha. Se deshizo en pedazos luego de haber durado 1 año y medio y Kaede regresó a su soledad, de la nunca había escapado realmente, trabajando como geisha y teniendo amoríos sin futuro.
Cuando cumplió 24, recibió una notificación. Su padre, Takeshi, había muerto de tuberculosis y todo lo que quedó de su patrimonio se le había destinado a ella. La noticia le entristeció tremendamente pero comprendió que ahora que él ya no estaba en este mundo, nada mas le unía al okiya, o a esa ciudad. Pagó su deuda a okaa-san y se fue a Ishikari, como una geisha independiente con el dinero de la herencia, buscando un hogar.
Asi fue como llegó a la Okiya de Momoiro-sama. Ilusionada con la posibilidad de poder integrarse a un Okiya con tanto prestigio y anhelando tambien paz interior y compañía, ingresó; pidiendo asilo a cambio de servicio, ofreciendole ayuda económica a Momoiro-sama para la casa si era necesario, actuando como una socia,y prometiendo a la vez; una buena onee-san, que sepa dar un buen ejemplo para las futuras geishas.
Extra:
-Las personas timidas o risueñas no pueden mirarle mucho tiempo a los ojos. Su mirada es demasiado impetuosa e intimidante.
-Suele hablar sola y hasta reirse con chistes mentales.
-Le gusta muchísimo dibujar y pintar personas, objetos, paisajes y sentimientos. En mas de alguna ocasión, las residentes de la Okiya se verán retratadas en sus pergaminos, que son casi como un diario de vida abstracto para ella.
Apellido: Kishö
Edad: 24
Género:Femenino
Se desempeña como:Geisha
Apariencia:
- Spoiler:
Altura: 1.68
Peso: 55 kg
Color de ojos: Negro
Cabello: Castaño chocolate, liso y con curvas en las puntas.
Personalidad: Muy observadora y reflexiva. Tiene gran pericia a la hora de leer los comportamientos y expresiones faciales de las personas, sabiendo con exactitud que piensan o que sienten; rara vez se equivoca.
Es coqueta y burlesca por naturaleza, no perderá ni una sola oportunidad para encontrar el lado cómico a cualquier situacion seria.
No se siente cohibida con la presencia masculina, lo que hace que pueda desenvolverse libremente, mostrándose tal y cual es, ganandose el amor de unos y la desaprovación de otros. Pero a pesar de su personalidad descarada y extrovertida, sabe ser educada y respetuosa con las personas amadas y admiradas por ella, de las cuales cuida y atesora muchísimo. Es fácil ganar su sonrisa y aprovación, sin embargo, si se le decepciona, le costará mucho volver a encarar a la persona en cuestión, volviendo a la desconfianza y al rencor los únicos defectos de su personalidad a pesar de que luche por evitarlos.
Puede ser impulsiva. No puede soportar ver a alguien que necesita ayuda, aunque esa persona no la pida, ella irá de todas formas. Ama la libertad y posee un noble sentido de justicia, a lo que se le suma su siempre presente reflexión, lo que le hace ser muy buena escuchando y dando consejos a los demás.
Bajo todo ese maquillaje, kimono y postura, Kaede es una mujer frágil, cariñosa y amable, con un gran instinto maternal, que siempre sabrá proteger y encaminar a los mas débiles.
Historia: Ha vivido sola desde que tiene memoria, rumores hablan de que ella fue el resultado de una relación ilícita entre una mujer de alta estirpe japonesa y un extranjero pero jamás podrá esclarecerse. Vagaba por las calles de Tokio bajo una regla: Solo el fuerte sobrevive.
Asi, vivió su niñez, siendo carterista solo para poder comer, sin esperanza alguna mas que la muerte. A los 8 años, se encontró con un gran comerciante de especias llamado Takeshi Gohou, cuando intentaba robar su dinero, y el hombre, viendo pobreza y mala suerte en vez de maldad en la niña; decidió llevarsela con él. La mantuvo un tiempo en su casa, queriéndola y mimándola; viendo en su figura a una hija fallecida. El negocio poco a poco decayó y pronto, los problemas económicos asotaron a la familia Gohou. Sin mas reparos, la esposa de un empobrecido Takeshi vendió a Kaede a una Okiya de Tokio por un precio módico, ya que ellos no podían garantizarle nada estas alturas. La pequeña, que en ese momento no logró comprender el porque la abandonaban de nuevo, se sintió traicionada y vivió con ese veneno en su corazón por años, sin percatarse de las otras habitantes en la Okiya. Nunca sonreía y hacía todo de mala gana.
Un dia una, su okaa-san le impuso el entrenamiento de geisha, viendo que tal vez, la pequeña ladrona podía tener potencial. Solo en ese momento, Kaede descubrió a las geishas y su encanto, dejando ir toda la ira y la pena que tenía dentro. Entrenó arduamente, cantando, bailando; descubriendo incluso que poseía dotes artísticos. Dibujó muchas veces a su okaa-san y a las geishas, obsecionándose con la imagen del ikki. Estaba construyendo lo único sólido que tendría en su vida y era plenamente conciente de ello.
Su etapa de maiko fue tormentosa, en la primera presentación que tuvo en el hanamachi; mientras hacía la danza de los abanicos no tardó en aparecer el primer hombre que ha amado de verdad en su vida. Siendo aquel sentimiento recíproco e intenso, él no tardó en poner todo su dinero en la mesa con tal de ser su danna y patrocinar el mizuage, ilusionado con poder desposarla. Sin embargo, su amor joven no resistió las exigencias de ser geisha. Se deshizo en pedazos luego de haber durado 1 año y medio y Kaede regresó a su soledad, de la nunca había escapado realmente, trabajando como geisha y teniendo amoríos sin futuro.
Cuando cumplió 24, recibió una notificación. Su padre, Takeshi, había muerto de tuberculosis y todo lo que quedó de su patrimonio se le había destinado a ella. La noticia le entristeció tremendamente pero comprendió que ahora que él ya no estaba en este mundo, nada mas le unía al okiya, o a esa ciudad. Pagó su deuda a okaa-san y se fue a Ishikari, como una geisha independiente con el dinero de la herencia, buscando un hogar.
Asi fue como llegó a la Okiya de Momoiro-sama. Ilusionada con la posibilidad de poder integrarse a un Okiya con tanto prestigio y anhelando tambien paz interior y compañía, ingresó; pidiendo asilo a cambio de servicio, ofreciendole ayuda económica a Momoiro-sama para la casa si era necesario, actuando como una socia,y prometiendo a la vez; una buena onee-san, que sepa dar un buen ejemplo para las futuras geishas.
Extra:
-Las personas timidas o risueñas no pueden mirarle mucho tiempo a los ojos. Su mirada es demasiado impetuosa e intimidante.
-Suele hablar sola y hasta reirse con chistes mentales.
-Le gusta muchísimo dibujar y pintar personas, objetos, paisajes y sentimientos. En mas de alguna ocasión, las residentes de la Okiya se verán retratadas en sus pergaminos, que son casi como un diario de vida abstracto para ella.
