Un deseo de olvido

Se notaba que el medio día se había acercado, el luminoso y ajetreado día dejaba ver decenas de personas que iban y venían atravesando las mas conocidas calles de la ciudad. Pero yo, yo andaba por ahí, con un pequeño canastillo en mi mano, en donde algo descuidada revisaba si había comprando lo que tanto necesitaba para la cena de hoy.

-Ah! caramba!- exclamé preocupada. El curry y las yerbas que tanto sazón le daban a mis comidas se me habían olvidado por completo, y ahora tendría que volver 5 cuadras mas atrás para adquirir los sobrecillos de ingredientes.

-No puede ser, ¿como puedo ser tan despistada? mmm...- Inflé una de mis mejillas en un acto infantil y perezoso, y me di la media vuelta para optar el camino que necesitaba. Pero.. algo me movió a ir por otra zona.

-Ya se! creo que atravesando el puente llegaré mas rápido por el otro lado de la tienda- susurré algo mas tranquila y continué mi paso a la vista y entremedio de todos.

Alguna sonata cualquiera se hacia escuchar melodiosa y en bajo tono a través de mis labios y mi vista siempre fija en mi camino, mas no pude evitar desviarla hacia algo... no, alguien que me llamó la atención. Un hombre, de apariencia desordenada que caía en ironía a causa del buen vestir que traía. Me acerqué sin pensarlo ya que al notarlo desde lejos claramente no se veía bien y el rostro angustiado de sus facciones me declaraba que en algún problema se encontraba.

Apoyé mi mano en su hombro y le hablé -tome... el río fluye con demasiada agua como para sumarle la de sus lágrimas- extendí la otra mano ofreciéndole un pañuelo blanco de bordados rosas y me asegure de que en sus manos lo tomara.

-mmmmm... eso no suena bien señor. En este mundo nadie debería sentirse triste, hay tantas cosas por las cuales sonreir, y si en algun momento esas razones pareciesen desaparecer, siempre llegarán otras por las cuales mantener la alegria-

Una cálida sonrisa le ofrecí al caballero, porque la verdad no me gustaba para nada que las personas estuviesen tristes o angustiadas, y menos que demostraran su dolor o penurias frente a otros que quizá solo se reirian de ellos.

-disculpeme si soy atrevida...- dije, a lo que enseguida le tomo la mano y la llevo a su rostro con el objetivo de despejar las lagrimas que de seguro nublaban su vista.

-Hai...- Le ayudé por fina ponerse en pie, y mentiendo mi sonrisa con el fin de trasmitirle alegria y tranquilidad, tambien terminñe por presentarme ante él.

-Katsuki Mina, mucho gusto Khan-san- Le agregué la tipica reverencia respetuosa japonesa, pero de una manera un poco mas informal o bien dicho, relajada.

-No se preocupe por el que dirán, todos llegamos a sentirnos mal en algun tiempo, lo importante es volver a sonreir- Ya se me había olvidado el porque de haber pasado por ese lugar, y es que realmente yo tenia una memoria tan mala que a veces en serio creia que eso de comer semillas de maravilla me haria mejor.