Cotizando un Kimono

La tarde libre que hoy me tocaba me dió el tiempo suficiente como para salir a dar un paseo por el pueblo. El aire se hacia sentir tan tibio y relajante, tanto asi que daba gusto que rozara mis entibiadas mejillas. Los árboles meciendoce parecían danzar a un mismo compas y entonces el paisaje se hacia acorde un bello día de verano.
Traia algo de dinero, puesto que las clases con el pequeño Katou-san habian finalizado como todos los meses y su familia ya me había entregado mi paga. En seguida pensé en que podría hacer con el dinero puesto que ya lo habia administrado bien ya sea para cuentas, compras y necesidades varias...

Pasé de pronto por una tienda, y quedé maravillada con lo que ví: colores, largos, bordados y brillantes que jamás en mi vida habia visto; kimonos y yukatas en variedades increibles, y mas aun a comodos precios que solo se encontraban en esas liquidaciones de una a mil veces a quien sabe cada cuantos años.

-Hai! esta es mi oportunidad- dije seria y sin dudarlo entré de lleno a la tienda.

Al entrar ahí pude ver las bellezas desde mas cerca. Yo... yo llegaba emocionarme y el entusiasmo se revelaba en mis ojos. En seguida fijé mis ojos en uno bello de tonos rojizos y rosas con detalles en cerezos blancos, y pregunté por él.

Cuanto trabajo le habia dado el hospital ese día, parecía que todo mundo se habian puesto en común acuerdo para enfermarse, sin embargo Ryu hizo tiempo y casi por arte de magia le habia quedado el resto de la tarde libre.
No tenía mucho que hacer, pero de seguro debía reconocer su cansacio, el cual se le hacia notorio en su rostro algo agotado. Un perezoso bostezo se le escapó y educadamente antepuso su mano a su boca, secó una lagrimilla de su ojo derecho sacandose primero los lentes y refregandose la vista. Colgó sus manos de sus bolsillos y enderezado siguió el camino de regreso a casa.

Iba de vitrina en vitrina por las calles, mirando por si alguna novedad de la tan mala rutina del pueblo salia, pero todo era igual, los mismo colores, las mismas cosas, la misma gente haciendo lo que el día a día le exige. Cuando de pasó llegó hasta una tienda de kimonos, observó por el gran ventanal de exposición algo que lo motivó a entrar...

Disimulado recorrió el interior de la tienda, observando o mas bien actuando como comprador, pero luego sin rodeo alguno observó a una muchacha de larga cabellera a quien no dudño en manifestarle su opinión.

-Ese kimono haria un contraste perfecto entre sus colores y el de su largo y bonito cabello- Expresó sonriente y amable a la muchacha quien preguntaba por un colorido kimono rojo en matices rosas.

Terminó por dar una sonrisa completa y cálida. En cierta forma tenía razón, había sido imprudente de parte de él llegar y meterse en la conversación que compradora y vendedora tenían, por lo cual respondió de la manera mas cortez que hayó.

Se inclinó hacia adelante saludando también -Aikino...Aikino Ryumaru. El gusto es mio, Katsuki-san- Sin dejar de verla a los ojos se volvió a su pose natural y agregó -Por cierto, comprendo el que se ría ya que no soy vendedor ni nada parecido, pero si me permite un comentario ese kimono realmente se le vería bien-

Siempre mantenía esa sonrisa que parecía sacada de una película, tan tranquilizadora y perfecta, como si fuese falsa.
Dió un vistazo, volteando y dejando de ver a la señorita y recorrió con la mirada la tienda y los demás trajes japoneses.

-oh! muchas gracias por su comentario Aikino-san. Esque entré aqui porque vi que estos kimonos estaban realmente bellos y yo solo tengo uno-

Inevitablemente se me ruborizaron las mejillas, y ni yo sabía porque... no queria parecer una muchacha simplona al menconar lo de "Un solo kimono" pero era la verdad, yo siempre usaba el mismo kimono para las festividades y las celebraciones del pueblo de Ishibaki.

-¿Me lo podría probar, señorita?- le consulté a la vendedora, ya que parecia que me habia encaprichado con él, ademas de que si un caballero decia que tal cosa se me veria bien, pues no debia rechazar tal halago. Y al recibir la positiva de la vendedora, me aproximé al vestidor a cambiarme.

Como no habia recibido respuesta, le echó el ojo a otras vestimentas, pues al parecer a Ryumaru le habia entrado el interes de comprarse algo que lo identificara mas aun de ser un japones.

Esperó un buen rato antes de que la dama saliera del vestidor, y no le importó si fuese por tiempo, ya que lo que mas tenia el era justamente la buena paciencia si de una mujer se trataba.

-quizás lleve una de estas...-

La vendedora se le acercó y no perdió oportunidad de ofrecerle algo, pero fue interrumpida ante la voz cercana de la joven quien al parecer estaba lista.

Aikino volteó para verla y su sorpresa fue grande cuando la vió. Como en un santiamén pensó rápidamente que decir, no era de él mostrar su sorpresa ante una mujer asi que con esta vez le habló sin demostrar admiración alguna.

-Pues... déjeme decirle que su belleza me ha dejado realmente anonadado, y aquel kimono que trae puesto no cumple otra función mas que resaltar tan fina hermosura, señorita-