Había oido muchos rumores malos sobre el mercadillo pero su curiosidad le había superado totalmente. Había salido de la okiya discretamente, con ropas humildes, sin maquillaje y su cabello amarrado y escondido bajo un sombrero de paja que cubría parte de su rostro. Asi, nadie pensaría que pertenecía al Hanamachi. Traía una pequeña katana enfundada entre su ropa, asegurada por su cinto; en caso de una emergencia. Kaede esperaba no tener que usarla, si se trataba de un combate de armas, lo mas seguro es que ella perdería.
Caminó, observando los distintos puestos. Habían de todo tipo de cosas, artefactos desconocidos, piedras preciosas celosamente guardadas por sus vendedores, espadas y armas de todas formas, incluso armas occidentales. Estaba maravillada.
De pronto chocó con una persona y musitó un 'losiento', sin embargo, una gran mano le tomó el antebrazo y la jaló. Kaede se sorprendió y miró hacia arriba, encontrándose con el rostro de un hombre mayor que le sonrió maliciosamente.
-Bonito rostro, niña-Dijo con una voz ronca.
Caminó, observando los distintos puestos. Habían de todo tipo de cosas, artefactos desconocidos, piedras preciosas celosamente guardadas por sus vendedores, espadas y armas de todas formas, incluso armas occidentales. Estaba maravillada.
De pronto chocó con una persona y musitó un 'losiento', sin embargo, una gran mano le tomó el antebrazo y la jaló. Kaede se sorprendió y miró hacia arriba, encontrándose con el rostro de un hombre mayor que le sonrió maliciosamente.
-Bonito rostro, niña-Dijo con una voz ronca.